El Cristo
Cristo es el conjunto de todas las almas inteligentes. Es un Espíritu Elevado, un impulso colectivo. (2, 2502)
Cristo es un ser colectivo. Dios es pluralidad sin fin.(1, 1165)
Para obtener luz debéis vincularos con Dios. Para obtener calor debéis vincularos con Cristo. (1, 1589)
Cristo nunca abandona la Tierra. Cuando estamos en paz, cuando tenemos un sentimiento bueno y noble: es Cristo. (1, 797)
Cristo vino a la Tierra para enseñar a los humanos cómo ser un canal del Amor Divino igual que Él. (1, 974)
Existe un Cristo viviente del Amor que vive en nuestras almas y en todo deseo noble. Dentro de nuestras almas: allí está el Cristo viviente. Da igual si El está en el alma de un hombre ordinario, de un juez, de un profesor, de un hombre pobre o de un animal. (1, 531)
Si amas a la ciencia, Cristo está en tu mente. Si amas a los hombres, Cristo se ha instalado en tu corazón. Si actúas bien, Cristo ha llegado.(1, 781)
Cristo es el Amor. Cristo es el cariño. El punto de unión, lo que unirá a los hombres, aquella luz que penetrará en vuestra alma, en vuestra mente, en vuestro corazón, en vuestro cuerpo: es la presencia de Dios. (1, 890)
Cristos vino a anunciar la buena nueva de la Verdad. ¿Cuál es esta Verdad? Es la Verdad que libera de la esclavitud, de la mentira y del pecado. (2, 2243)
La Verdad es la luz del mundo Divino. (2, 2244)
El Señor es la Verdad. Pensad bien, actuad bien, Dios vive en vosotros. La Verdad es movimiento e impulso. (2, 2245)
Cristo es la Verdad Absoluta. Nuestra nueva moral es: sin excepción decir la Verdad Absoluta. La Verdad tal y como es en su esencia, según nuestra conciencia Divina. (2, 2138)
Cuando decimos que nuestra voluntad es diamantina significa que estamos dispuestos a decir siempre la verdad, que es una expresión del Amor Divino en la cual Dios se manifiesta. Si dejamos de decir la verdad lo perderemos todo. (2, 2139)
La energía del Sol tiene unas vibraciones tan potentes que si viniesen a la Tierra directamente, el hombre no las soportaría. Es por eso que entre el Sol y la Tierra existen varios transformadores a través de los cuales pasa la energía solar. Del mismo modo el Cristo es un transformador para las energías que vienen desde Dios hacia el hombre. (1, 991)
Cristo pudo alimentar a miles de personas con siete panes y unos cuantos peces porque tenia amor, conocimiento y porque estaba conectado con Dios y en Dios están todas las posibilidades. (1,2088)
Con ciento cincuenta gramos de queso puedes vivir todo un año. Con cien gramos de trigo al día puedes vivir perfectamente. Cristo conocía esta ciencia de la alimentación y pudo alimentar con cinco panes a cinco mil personas. ¿De dónde vino este pan? –Del aire. Pero Él conocía la ley de la transformación de la materia. Él era capaz, sabía, confiaba y amaba porque vivía según las leyes del amor, de la Sabiduría y de la Verdad. Cada persona que vive según estas leyes también puede hacerlo. Todo hombre es una manifestación de Dios. Dios se manifiesta a través de todos. Y si como Cristo manifestáis estas leyes vuestros rostros tendrán una expresión totalmente distinta y cada vez que haga falta os ayudareis los unos a los otros. (1, 995)
Junto a Cristo hay 1444 mil seres que han terminado su evolución. Sus muchos corazones componen un único corazón. Sus muchas mentes componen una única mente. Las múltiples almas componen una única alma. También vosotros debéis formar parte de ellas. (1, 1590)
Si Cristo llegase entre los ricos y les dijera: “Todos los cristianos adinerados deben dar lo que poseen a los pobres” Los ricos le dirían:”Nosotros no queremos un Cristo tal.” Si llegase entre los pobres, y les dijera: “Por el amor hacia Mi debéis servir a los ricos voluntariamente y sin recompensa”, los pobres dirían: “Nosotros no queremos un Cristo tal.” Si llegase Cristo entre las mujeres y les dijera:”Por vuestro amor hacia Mi debéis obedecer a vuestros maridos y complacer todos sus caprichos como guste”, las mujeres dirían: “No queremos un Cristo tal.” Si llegase entre los hombres y les dijera: “Obedeced a vuestras mujeres y haced lo que ellas quieren”, ellos dirían: “No queremos un Cristo tal.” Si llegase entre el clero este tampoco estaría contento con Él. De modo que nosotros queremos un Cristo que haga las cosas justamente como nosotros queremos. (1, 2066)
Bibliografía:
Beinsá Dunó, Sagradas palabras del maestro, Tomo 2, Sofía 1994
Beinsá Dunó, Sagradas palabras del maestro, Tomo 3, Sofía 1994